Tras las entrevistas a Coke Riobóo y a Valle Comba y David Castro, es el turno de Decorado, uno de los cortometrajes más rompedores de la temporada, dirigido por Alberto Vázquez y producido por el estudio Uniko de Iván Miñambres. La imparable trayectoria de ambos los convierte en la irrupción más singular de la animación independiente española de la década.
Decorado es el tercer cortometraje de animación 2D dirigido por Alberto Vázquez, una perversa fábula surrealista sobre el sentido de la existencia, y en la que confluyen referencias artísticas tan dispares como El show de Truman, el cómic underground, El séptimo sello o los grabados de Goya; tal y como lo describe uno de los personajes: “El mundo es un decorado maravilloso, pero tiene un reparto deplorable”. Coproducida junto al estudio francés Autour de Minuit, encargados también de su distribución internacional, Decorado fue el único corto español presente en la pasada edición del festival de Annecy.
Comenzamos la entrevista hablando de la especial relación profesional que desde 2009 mantienen Alberto e Iván, y del hecho de que a lo largo de su colaboración siempre cuenten de manera constante con profesionales como los animadores Khris Cembe y Pamela Poltronieri y el músico Víctor García. Según nos explica Iván: “Poco después de haber trabajado con Pedro Rivero en su largometraje La crisis carnívora de 2008, decidí montar el estudio Uniko, y casi al mismo tiempo surgió la posibilidad de coproducir Birdboy con Pedro. Por entonces, la animación ya me interesaba bastante, porque es un área en la que la producción se disfruta muchísimo y funciona mucho mejor a nivel de distribución que los trabajos de imagen real.”
Tras esta primera exitosa colaboración, ambos iniciaron una carrera que les ha llevado a estrenar el cortometraje Sangre de unicornio en 2013 y el largo Psiconautas, los niños olvidados en 2015. Cuando Alberto propuso hacer Decorado a continuación, hubo ciertas reticencias iniciales en el estudio. “Era un proyecto en el que nadie más confiaba”, nos sigue contando Iván, “a pesar de que a mí me parecía uno de los mejores guiones que había leído en mucho tiempo. Incluso explicarle el proyecto a los actores resultaba bastante difícil. Sin embargo, por nuestra experiencia sabíamos que este tipo de proyectos tardan un tiempo en madurar y que no siempre todos entienden al principio hacia dónde los quieres llevar. Lo primordial para nosotros es que causen un impacto perdurable en el espectador, ya sea para bien o para mal.”
La idea surgió a partir de unas historias cortas que Alberto había publicado casi una década antes. “Tirar de ideas antiguas”, nos explica, “es algo que suelo hacer muchas veces. Las historias originales funcionaban bien como inicio para el corto, aunque la trama original era muy diferente. De todas formas, me parecía tan interesante que comencé a tirar del hilo y a desarrollarla.”
Durante cuatro meses, Alberto fue trabajando en solitario en la preproducción del cortometraje. “El cómic no tenía este aspecto visual de grabado del siglo XIX que tiene ahora”, nos sigue explicando, “pero me gustaba mucho la posibilidad de mezclar personajes de estética underground con fondos llenos de tramas e inspirados en los grabados clásicos de autores del siglo XIX como Gustave Doré. Este contraste tan intenso entre las figuras y el fondo, me servía para reforzar uno de los temas centrales de la historia, la del mundo como decorado, además de que visualmente quedaba muy bien.”
Otras ideas fueron surgiendo antes durante la preproducción, como la innovadora estructura narrativa en forma de microsecuencias, que constantemente se ve interrumpida con la inserción humorística del título. Según Iván, “el hecho de que el corto estuviese planificado de forma modular nos permitía que todo fuese mucho más orgánico, y que según se escribía la historia, se pudieran quitar secuencias que no funcionaban o bien añadir otras cuando fuera necesario algo más de emoción, de subversión o de ritmo.”
“Había muchas secuencias que finalmente se quedaron fuera de la historia”, precisa Alberto, “pero no por autocensura, sino porque creíamos que el corto ya tenía una excesiva duración y era necesario reducir las partes que se salían un tanto de la historia. Muchos de estos elementos tan originales tienen que ver con las posibilidades expresivas de la ilustración y el cómic. Yo soy autodidacta y esto hace que me haya acostumbrado a hacer las cosas lo mejor que puedo y sé hacer. El hecho de no ocultar mis limitaciones sino potenciarlas es sin duda la mejor herramienta que un creador tiene para encontrar su voz y estilo propio.”
“Antes de llegar a la animación, yo me había dedicado a la ilustración para prensa y al cómic,” nos continúa contando Alberto, “un campo con unas posibilidades narrativas que me gustan mucho, ya que te permite elaborar un universo personal con muy pocos medios. Mis principales referencias proceden del cómic underground, que es lo con lo que aprendí a dibujar, así como de la narrativa de autores como Jim Woodring o del noruego Jason”, autor del cómic Un paso en falso, publicado por Astiberri en España. Otras referencias que manejó para el cortometraje fueron la de ilustradores como Roland Topor, conocido por su labor como director de arte del film El planeta salvaje, y Saul Steinberg, otro autor interesado “sobre todo en los conceptos e ideas.”
Las preferencias de Iván en cambio estaban más cercanas a la comedia ácida surgida en la década de 1990 en series como South Park, Padre de familia, Beavis y Butthead “un tipo de humor tan irreverente como de gran alcance”, nos cuenta Iván. Y por supuesto, Los Simpsons, una serie que entusiasma a ambos y que “es como la biblia en la que está todo lo que puedas contar”, según Alberto.
Una vez que el proyecto estaba definido, la producción pudo completarse en tan solo cuatro meses. “Excepto un par de reuniones en A Coruña,” nos sigue explicando Alberto, “el resto del tiempo cada miembro trabajaba a distancia. Lo resolvimos todo mediante Dropbox, Skype, llamadas de teléfono y correos electrónicos. Era un equipo pequeño, de diez personas, pero como todos nos conocemos prácticamente desde hace tiempo, fue fácil resolver la producción de forma rápida y fluida.”
Otro aspecto destacado por ambos fue la coproducción con Nicolas Schmerkin, del estudio francés Autour de Minuit. Esta colaboración fue “muy positiva y a tener en cuenta en el futuro” según Iván, ya que sentían que les unía el gusto por los proyectos poco convencionales y arriesgados. Sin cortapisas ni limitaciones a la hora de contar sus historias, el único punto polémico fue la inclusión de un pene durante la preparación del tráiler. “No se trataba de ningún tipo de autocensura”, nos aclara Alberto. “Solo tratábamos de delimitar si funcionaba o no en la historia, y está claro que si en un tráiler quieres explicar el corto en tan solo treinta segundos, entonces no nos parecía que el pene aportara mucho, así que finalmente se quedó fuera. Pero tampoco hubiera pasado nada, ya que todo el mundo entiende que se trata de un corto de carácter no comercial”.
Entre los planes inmediatos se encuentra la adaptación al largometraje de Sangre de unicornio (Unicorn Wars), en la que ya se encuentra trabajando Alberto, “un paso adelante en nuestra evolución artística”, según éste y de la que se podrá disfrutar de un pequeño adelanto en la edición 2017 de Cartoon Movie. Preguntados por la posibilidad de hacer lo mismo con Decorado, ambos rechazan la idea, ya que “correría el riesgo de hacerse demasiado pesada”, explica Alberto. “Hay cosas que tienen que permanecer en el formato de cortometraje, que para mí es el medio propio de la animación, mucho más que el largometraje, ya que te permite explorar mejor las innumerables posibilidades creativas de la animación.”
Febrero será un mes intenso para el tándem creativo, con el esperado estreno comercial de Psiconautas pocas semanas después de la ceremonia de los Goya. Con el largo también nominado a Mejor largometraje de animación, esta doble nominación de Alberto en las dos categorías de animación supone un hito en la historia de los premios y la cuarta candidatura del director gallego en tan solo seis años. De la selección de cortometrajes de este año, Iván siente que se hayan quedado fuera muchos cortometrajes “poco convencionales, con estética propia, personalidad y riesgo”, como los de María Álvarez y Elisa Morais, Isabel Herguera, Izibene Oñederra o Marc Ribas y Anna Solanas. Al preguntar quién cree que tiene más posibilidades de ganar este año, concluye tras una larga pausa que “no sé qué criterio utilizarán para galardonarlos porque la verdad es que son cuatro trabajos completamente diferentes, que no tienen nada que ver entre sí.”